Domingo,
me quedo sola en el sofá.
Sé que todavía vuelo a mi tristeza,
pero este fin de semana
me sorprendí haciéndole reír.
Le mandé un mensaje: I want to fuck you.
Estábamos en casa, vi cómo lo leía.
Dos segundos y reía a carcajadas.
Me miró y siguió riendo.
Entre los gritos de los niños, la música, la tele,
conectamos un momento.
Cómplices en silencio.
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