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Writer's pictureElena Arrufat

Mía decidió escribir un email

Querido Luca:


Ha pasado mucho tiempo. Perdón. Solo te pido que me leas.


Es sábado por la noche, veo llover fuera de mi ventana, estoy sola en casa y haciendo un poco de drama. Ya me conoces. Me arrepentiré de este día, pero lo tengo que hacer. No aguanto más esta angustia en mi pecho.


He decidido escribirte una carta para que, por fin, sepas toda la verdad. Sé que es tarde y que no viene a cuento, pero no puedo más; necesito paz mental. Yo no quería herirte, más bien lo contrario.


Aquel verano, ya sabes qué verano, te puse una fecha de caducidad. Lo di todo contigo porque sabía que no iba a ser para siempre. Pensé que jugar a estar enamorada, volverte loco, sería divertido. Lo que no intuía era que fuera a ser de verdad. Justo antes de que te fueras, te enterré bajo tierra. Me alejé de ti con la intención de no sufrir. Pensé que así te liberaba a ti y a mí al mismo tiempo. No tenía ni idea del amor. Era una puta cría.


Recuerdo el día que entraste en la cafetería. Me miraste de reojo y me reconociste al instante.

Mi cuerpo y mi mente no sabían cómo reaccionar. Solo sé que me puse contenta. ¿Quién se encuentra a miles de kilómetros de Barcelona con un amigo de toda la vida?


Después de ese día, ya sabes lo que pasó. Entre clase y clase de inglés, me pasabas a buscar y nos comíamos a besos. Jamás pensé que sería tan increíble estar contigo. Como dijiste, alguien nos puso juntos por algo.


Siento que me envenenaste con tu olor, con tu lengua, con tu sabor. Recuerdo tus rasgos de la cara, de tu pecho, de tus brazos. Mi cuerpo se sentía completo al estar contigo.


Londres era temporal y tú y yo también. Sabías que yo me quería quedar, y tú te tenías que marchar. No supe gestionar nuestra relación. No supe admitir que te necesitaba. Era una idiota. Pensé que lo nuestro no era especial. No pude pedirte que te quedaras.


Han pasado ya dos años y no lo puedo superar. He estado con más chicos, con más chicas. Finalmente viví las aventuras que estaba buscando. Pero ninguno me revuelve tanto como tú. Ninguno hace que me olvide de ti. No sé si es melancolía o una obsesión. Yo no quiero hacerte daño, más bien lo contrario.


Sé que es tarde y que seguramente ya no te importe esta información. Sigo trabajando en la empresa de siempre, viviendo con Amelia. No sé si leerás esta carta...


Escuché que estás con una chica, tal vez enamorado. Sé que soy egoísta, una niña imbécil llorando un sábado a las tres de la mañana. No es la primera noche que lloro, pero sí quiero que sea de las últimas.Por eso te escribo, porque solo tú puedes parar esta historia en mi cabeza.


Dicen que las historias que no se cierran bien permanecen abiertas. Podría seguir sacando esperanzas de cualquier pequeña señal del universo. Me convenzo de que lo nuestro pasará, y te juro que me está matando.


Me imagino una y otra vez que apareces un día en la puerta de mi trabajo. Te apoyas en la pared del edificio de enfrente, como cuando venías a buscarme a las clases de inglés. Me pongo a llorar y solo puedo correr hacia ti. Me imagino tu cara mirandome una y otra vez, tus vaqueros oscuros y tu camiseta blanca de Rip Curl.


Tu imagen, los días de sol, los de lluvia, los de niebla. A veces cierro los ojos justo antes de llegar a la puerta y los abro al contar hasta tres, como si de un golpe de suerte se tratara tu presencia. La lotería del amor. Me estoy volviendo loca, ya lo sé, y decirlo suena aún peor.


Por favor, no contestes. Me da demasiada vergüenza saber tu opinión.


Este es el trato. Te doy un mes. Ven. Ven, por favor. Si no vienes, mi duelo por fin acabará. Sabré que este sí es el final de nuestra historia. Tal vez tú la cerraste hace tiempo, no te culparé. Yo creía que sí, pero no. Sigues dentro de mí. Necesito esta última oportunidad.


Te love you,


Mía




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