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Ayer en la clase de escritura emocional, nos lanzaron esta pregunta...


¿Qué has aprendido en los últimos años?


He aprendido a valorar lo que tengo. A mirar a mi alrededor y celebrar lo que ya he conseguido.


Durante años quise mejorar, ascender en mi trabajo, viajar a los lugares más lejanos, salir con amigos hasta las tantas de la mañana, etc. Siempre quería más.


En la actualidad me he relajado un poco. Intento apartar mi mente de retos demasiado ambiciosos y ser consciente de mi presente. Disfrutarlo.


Hace un año me vi cada mañana angustiada cada vez que sonaba el despertador. Me venían a la cabeza las tareas pendientes que me esperaban en la agenda del trabajo y en el ámbito personal, y no quería salir de la cama. Entendí que tenía que cambiar mi foco. Ser más consciente de mi vida en general.


Decidí todas las mañanas tomarme diez minutos para abrir las persianas de la casa y mirar por la ventana de cada habitación. Me encantaba observar los tejados de las casas, los jardines, los pájaros.


Un día mi mirada se posó en el columpio que pusimos en el jardín. Ese día, ese columpio, me abrió los ojos.


-- Elena tío, que tienes un columpio en tu jardín. !Que tienes un jardín!


Tener un columpio, un jardín, años atrás había sido un sueño recurrente al que aspirar. Una idea de esas que dices en alto, cuando alguien te pregunta que harías si te tocara la lotería.


Aquel sueño se cumplió, como otras muchas cosas, y yo, hasta ese día, no fui consciente de que no lo estaba celebrando.


Hay que celebrar.




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— A mamá le duele hoy la pierna, así que portaros bien y no arméis mucha guerra ¿vale? — Si papá —le contestan los dos pequeños al unísono.


Se cierra la puerta. Jeroen va a recoger a su hermana Katja, que llega hoy de África, al aeropuerto de Ámsterdam. Me intento incorporar. Un dolor muscular en mi pierna derecha me tiene atrapada. Tal vez si me muevo un poco se me pasa antes, pienso. Maya se acerca, apartándose con una mano los ricitos rubios de su cara. Viene a decirme algo:


— Mamá, ¿quieres un caferrr? —Me acaricia y me da un beso en la pierna. Yo me derrito en el sofá...


Casi cuatro añitos de puro amor. :)





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Domingo,

me quedo sola en el sofá.

Sé que todavía vuelo a mi tristeza,

pero este fin de semana

me sorprendí haciéndole reír.


Le mandé un mensaje: I want to fuck you.

Estábamos en casa, vi cómo lo leía.

Dos segundos y reía a carcajadas.

Me miró y siguió riendo.


Entre los gritos de los niños, la música, la tele,

conectamos un momento.


Cómplices en silencio.



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